Nueva aparición y oráculo (2 Cr 7,11-22; Sal 132)
91Cuando Salomón terminó el templo, el palacio real y todo cuanto quería y deseaba, 2el Señor se le apareció otra vez, como en Gabaón, 3y le dijo:
-He escuchado la oración y súplica que me has dirigido. Consagro este templo que has construido, para que en él resida mi Nombre por siempre; siempre estarán en él mi corazón y mis ojos. 4En cuanto a ti, si procedes de acuerdo conmigo como tu padre, David, con corazón íntegro y recto, haciendo exactamente lo que te mando y cumpliendo mis mandatos y preceptos, 5conservaré tu trono real en Israel perpetuamente, como le prometí a tu padre, David: 6<<No te faltará un descendiente en el trono de Israel>>. Pero si vosotros o vuestros hijos apostatáis, o no guardáis los preceptos o mandatos que os he dado, y vais a dar culto a otros dioses y los adoráis, 7borraré a Israel de la tierra que yo le di, rechazaré el templo que he consagrado a mi Nombre e Israel será el refrán y la burla de todas las naciones. 8Este templo será un montón de ruinas; los que pasen se asombrarán y silbarán, comentando: <<¿Por qué ha tratado así el Señor a este país y a este templo?>>. 9Y les dirán: <<Porque abandonaron al Señor, su Dios, que había sacado a sus padres de Egipto; porque se aferraron a otros dioses, los adoraron y les dieron culto; por eso el Señor les ha echado encima esta catástrofe>>.
Eres Cabul* (2 Cr 8,1-4)
10Salomón construyó los dos edificios, el templo y el palacio, durante veinte años, 11con la ayuda de Jirán, rey de Tiro, que le proporcionó madera de cedro y abeto y todo el oro que quiso. Al terminar, el rey Salomón dio a Jirán veinte villas en la provincia de Galilea.
12Jirán salió de Tiro a visitar las poblaciones que le daba Salomón, 13pero no le gustaron, y protestó:
-¡Vaya villas que me das, hermano!
14Las llamó Eres Cabul, y así se llama hoy aquella región. Jirán había mandado al rey Salomón cuatro mil kilos de oro.
Leva de trabajadores (2 Cr 8,7-18)
15Modo como reclutó el rey Salomón trabajadores para construir el templo, el palacio, el terraplén, la muralla de Jerusalén, Jasor, Meguido y Guézer 16(el Faraón, rey de Egipto, se había apoderado de Guézer, le había incendiado y degollado a los cananeos que la habitaban; luego se la dio como dote a su hija, la esposa de Salomón, 17y éste la reconstruyó), Bejorón de Abajo, 18Baalat, Tamar* de la Estepa, 19todos los centros de avituallamiento que tenía Salomón, las ciudades con cuarteles de caballería y carros y cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todas las tierras de su Imperio.
20Salomón hizo primero una leva de trabajadores forzados no israelitas 21entre los descendientes que quedaban todavía de los amorreos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos (pueblos que los israelitas no habían podido exterminar). 22A los israelitas no les impuso trabajos forzados, sino que le servían como soldados, funcionarios, jefes y oficiales de carros y caballería. 23Los jefes y capataces de las obras, que mandaban a los obreros, eran quinientos cincuenta.
24Una vez que la hija del Faraón pasó de la Ciudad de David al palacio que le había construido Salomón, entonces se hizo el terraplén.
25Salomón ofrecía tres veces al año holocaustos y sacrificios de comunión sobre el altar que había construido al Señor, y quemaba perfumes ante el Señor, y mantenía el templo en buen estado.
26El rey Salomón construyó una flota en Esión Gueber*, junto a Eilat, en la costa del Mar Rojo, en el país de Edom. 27Jirán envió como tripulantes esclavos suyos, marineros expertos, junto con los esclavos de Salomón. 28Llegaron a Ofir y le trajeron de allí al rey Salomón unos quince mil kilos de oro.
Explicación.
9,1-9 La respuesta a una súplica puede ser el oráculo anunciando la concesión. Como Salomón ha sido el protagonista de toda la ceremonia, parece que le toca recibir el oráculo sin intermediarios.
9.3 La primera parte de la respuesta se refiere específicamente al templo y suena como promesa incondicionada, a perpetuidad.
9,4-5 Del templo se pasa a la dinastía. La promesa está condicionada a la observancia.
9,6-9 De la condición positiva, de observancia, se pasa a la negativa, de rebelión; pero el esquema se estira para abarcar como protagonista a todo el pueblo, que carga ahora con la responsabilidad. La experiencia del destierro pesa sobre estas palabras.
La ruina del templo y el estupor de los extranjeros se leen en Dt 29,23-27, y en varios pasajes de Ezequiel; destierro y destrucción del templo sucedieron en el 586; pero las amenazas graves, incluso contra el templo, se leen ya en Miq 3,12 y Jr 7,26. Como el templo consagra todo el país, así su destrucción arrastra la devastación del territorio.
9,9 * = Torrebaldía.
9,10-14 Con las ciudades paga el oro: por Galilea pasaba una de las más importantes rutas comerciales, lo cual era de gran valor para un pueblo comerciante como los fenicios; las ciudades podrían servir para protección y aprovisionamiento de las caravanas. Pero por lo visto Jirán esperaba recibir terrenos de cultivo, con los que compensar la escasez de Fenicia; quizá a Salomón le interesaba seguir exportando granos a su vecino. (Para otra versión léase 2 Cr 8,2).
9,15-24 La antigua muralla de la "ciudad de David" se ensancha para abarcar las nuevas dimensiones de la capital; así conserva Jerusalén su viejo carácter de plaza fuerte y su capacidad de resistir. Salomón moderniza su ejército incorporando un cuerpo de carros, al estilo de otras naciones.
9,18 * = Palma.
9,25 Tres es el número de las grandes fiestas de los calendarios posteriores. La noticia es un poco convencional; con todo, el autor parece complacerse en las asonancias con el nombre de su héroe (como ya hizo antes): los sacrificios de comunión se llaman shelamim, y mantener el templo es shillem.
9,26 * = Floresta del Gallo.
9,26-28 Los fenicios eran los grandes marineros de la antigüedad, señores mucho tiempo del Mediterráneo. Salomón se abre un camino marítimo por el sur, en la punta del golfo de Aqabá; ello exigía tener sometido y en paz a Edom.
Ofir es en el AT el país del mejor oro, hasta sonar casi como nombre legendario.
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