domingo, 12 de agosto de 2018

1 REYES. CAPÍTULO 8

Dedicación del templo (2 Sm 7; 2 Cr 5-6)


81Entonces Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los concejales de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas para trasladar el arca de la alianza del Señor desde la Ciudad de David (o sea, Sión). 2Todos los israelitas se congregaron en torno al rey Salomón en el mes de octubre (el mes séptimo), en la fiesta de las Chozas. 3Cuando llegaron todos los concejales a Israel, los sacerdotes cargaron con el arca del Señor, 4y los sacerdotes levitas llevaron la tienda del encuentro, más los utensilios del culto que había en la tienda.

5El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.
6Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza del Señor a su sitio, al camarín del templo (al santísimo), bajo las alas de los querubines, 7pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del arca y cubrían el arca y los varales por encima 8a(los varales eran lo bastante largos como para que se viera el remate desde la nave, delante del camarín, pero no desde fuera). 9En el arca sólo había las dos tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas, al salir de Egipto, 8b y allí se conservan actualmente.
10Cuando los sacerdotes salieron de la nave, la nube llenó el templo, 11de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo.
12Entonces Salomón dijo:
-El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere habitar en la tiniebla, 13y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre*.
14Luego se volvió para echar la bendición a toda la asamblea de Israel (toda la asamblea de Israel estaba en pie), 15y dijo:
-¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel! Que a mi padre, David, con la boca se lo prometió y con la mano se lo cumplió: 16<<Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo, Israel, no elegí ninguna ciudad de las tribus de Israel para hacerme un templo donde residiera mi Nombre, sino que elegí a David para que estuviese al frente de mi pueblo, Israel>>. 17Mi padre, David, pensó edificar un templo en honor del Señor, Dios de Israel, 18y el Señor le dijo: <<Ese proyecto que tienes de construir un templo en mi honor haces bien en tenerlo; 19sólo que tú no construirás ese templo, sino que un hijo de tus entrañas será quien construya ese templo en mi honor>>. 20El Señor ha cumplido la promesa que hizo: yo he sucedido en el trono de Israel a mi padre, David, como lo prometió el Señor, y he construido este templo en honor del Señor, Dios de Israel. 21Y en él he fijado un sitio para el arca, donde se conserva la alianza que el Señor pactó con nuestros padres cuando los sacó de Egipto.
22Salomón, en pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo 23y dijo:
-¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, fiel a la alianza con tus vasallos, si proceden de todo corazón como tú quieres; 24que a mi padre, David, tu siervo, le has mantenido la palabra: con tu boca se lo prometiste, con la mano se lo cumples hoy. 25Ahora, pues, Señor, Dios de Israel, mantén en favor de tu siervo, mi padre, David, la promesa que le hiciste: "No te faltará en mi presencia un descendiente en el trono de Israel, a condición de que tus hijos sepan comportarse procediendo de acuerdo conmigo, como has procedido tú". 26Ahora, pues, Dios de Israel, confirma la promesa que hiciste a mi padre, David, siervo tuyo. 27Aunque ¿es posible que Dios habite en la tiera? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que he construido!
28>>Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu siervo. Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu siervo. 29Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu Nombre. ¡Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio! 30Escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú desde tu morada del cielo, escucha y perdona.
31>>Cuando uno peque contra otro, si se le exige juramento y viene a jurar ante tu altar en este templo, 32escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus siervos: condena al culpable dándole su merecido y absuelve al inocente pagándole según su inocencia.
33>>Cuando los de tu pueblo, Israel, sean derrotados por el enemigo, por haber pecado contra ti, si se convierten a ti y te confiesan su pecado, y rezan y suplican en este templo, 34escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres.
35>>Cuando, por haber pecado contra ti, se cierre el cielo y no haya lluvia, si rezan en este lugar, te confiesan su pecado y se arrepienten cuando tú los afliges, 36escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu siervo, tu pueblo, Israel, mostrándole el buen camino que deben seguir y envía la lluvia a la tierra que diste en heredad a tu pueblo. 37Cuando en el país haya hambre, peste, seguía y añublo, langostas y saltamontes; cuando el enemigo cierre el cerco en torno a alguna de sus ciudades; en cualquier calamidad o enfermedad, 38si uno cualquiera o todo tu pueblo, Israel, ante los remordimientos de su conciencia, extiende las manos hacia este templo y te dirige oraciones y súplicas, 39escúchalas tú desde el cielo, donde moras, perdona y actúa, paga a cada uno según su conducta, tú que conoces el corazón, porque sólo tú conoces el corazón humano; 40así te respetarán mientras vivan en la tierra que tú diste a nuestros padres.
41>>También el extranjero, que no pertenece a tu pueblo, Israel, cuando venga de un país lejano atraído por tu fama 42-porque oirán hablar de tu gran fama, de tu mano fuerte y tu brazo extendido-, cuando venga a rezar en este templo, 43escúchalo tú desde el cielo, donde moras; haz lo que te pida, para que todas las naciones del mundo conozcan tu fama y te teman como tu pueblo, Israel, y sepan que tu nombre ha sido invocado en este templo que he construido.
44>>Cuando tu pueblo salga en campaña contra el enemigo, por el camino que les señales, si rezan al Señor vueltos hacia la ciudad que has elegido y al templo que he construido en tu honor, 45escucha tú desde el cielo su oración y súplica y hazles justicia. 46Cuando pequen contra ti -porque nadie está libre de pecado- y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y los vencedores los destierren a un país enemigo, lejano o cercano, 47si en el país donde vivan deportados reflexionan y se convierten, y en el país de los vencedores te suplican, diciendo: "Hemos pecado, hemos faltado, somos culpables", 48si en el país de los enemigos que los hayan deportado se convierten a ti con todo el corazón y con toda el alma, y te rezan vueltos hacia la tierra que habías dado a sus padres, hacia la ciudad que elegiste y el templo que he construido en tu honor, 49escucha tú desde el cielo, donde moras, su oración y súplica y hazles justicia; 50perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti, sus rebeliones contra ti, haz que sus vencedores se compadezcan de ellos, 51porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, del horno de hierro.
52>>Ten los ojos abiertos ante la súplica de tu siervo, ante la súplica de tu pueblo, Israel, para atenderlos siempre que te invoquen. 53Pues entre todas las naciones del mundo tú los apartaste como heredad, como dijiste por tu siervo Moisés cuando sacaste de Egipto, Señor, a nuestros padres>>.
54 Cuando Salomón terminó de rezar esta oración y esta súplica al Señor, se levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo. 55Y puesto en pie, echó esta bendición en voz alta a toda la asamblea israelita:
56-¡Bendito sea el Señor, que ha dado el descanso a su pueblo, Israel, conforme a sus promesas! No ha fallado ni una sola de las promesas que nos hizo por medio de tu siervo Moisés. 57Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros, como estuvo con nuestros padres; que no nos abandone ni nos rechace. 58Que incline hacia él nuestro corazón, para que sigamos todos sus caminos y guardemos los preceptos, mandatos y decretos que dio a nuestros padres. 59Que las palabras de esta súplica hecha ante el Señor permanezcan junto al Señor, nuestro Dios, día y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo, Israel según la necesidad de cada día. 60Así sabrán todas las naciones del mundo que el Señor es el Dios verdadero, y no hay otro; 61y vuestro corazón será totalmente del Señor, nuestro Dios, siguiendo sus preceptos y guardando sus mandamientos, como hacéis hoy.
61El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios al Señor. 63Salomón inmoló, como sacrificio de comunión en hononr del Señor, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el templo, el rey y todos los israelitas. 64Aquel día consagró el rey el atrio interior que hay delante del templo, ofreciendo allí los holocaustos, las ofrendas y la grasa de los sacrificios de comunión; pues sobre el altar de bronce que estaba ante el Señor no cabían los holocaustos, las ofrendas y las grasa de los sacrificios de comunión.
65En aquella ocasión, Salomón, con todo Israel, celebró la fiesta ante el Señor, nuestro Dios, durante siete días; acudió un gentío inmenso, desde el paso de Jamat hasta el río de Egipto, al templo que había construido. Comieron y bebieron e hicieron fiesta cantando himnos al Señor, nuestro Dios. 66Al octavo día Salomón despidió a la gente, y ellos dieron gracias al rey. Marcharon a sus casas alegres y contentos por todos los beneficios que el Señor había hecho a su siervo David y a su pueblo, Israel.



Explicación.



8 La dedicación del templo ocupa un espacio amplio y un puesto capital en el libro. La exposición está construida según un esquema sencillo y lógico: Convocación y ceremonias (1-13); bendición de la asamblea, acción de gracias y súplica (14-27); súplica en siete casos (28-53); bendición y exhortación (54-61); ceremonias y despedida (62-66). La parte hablada supera notablemente la descripción de las ceremonias; porque en las palabras puestas en boca de Salomón desarrolla el autor una reflexión teológica sobre el templo en relación con la vida e historia de Israel.


Salomón, no el sumo sacerdote, es el protagonista de la ceremonia. El rey es el iniciador y realizador de la empresa. Él mismo oficia como sacerdote. Salomón es así la figura del rey sacerdote, como Melquisedec, como lo canta el Sal 110. Esto se coloca en el momento histórico de la dedicación del templo.

8,1 Los tres grupos representan al pueblo en cuanto diverso de la corte: ordenación natural de las familias, división tradicional de las tribus y un senado popular. La ceremonia tiene un carácter nacional. 2 Sm 6.

8,2 La fecha señala el final de todas las tareas agrícolas y la preparación para el nuevo ciclo vegetal, cuando sobrevienen las lluvias de otoño y la tierra se ablanda para recibir la simiente (Sal 65).

8,4 Supone que la tienda montada por David para el Arca es en realidad la venerable y elaboradísima tienda que acompañó al pueblo por el desierto, según la ficción de la escuela sacerdotal.

8,6-9 El llegar al camarín, el Arca termina finalmente su peregrinación, iniciada en el desierto como santuario móvil, continuada en tiempo de los Jueces, de Saúl y David. No parece que en adelante volviera a salir a la guerra como en otros tiempos.

El autor nos dice que el Arca sólo contenía las tablas de la alianza, o sea, que no era un depósito de recuerdos devotos como decían otros (Ex 16,33: una vasija con maná; Nm 17,10: la vara de Aarón). Tampoco menciona la tapa de la presencia divina; y este silencio es más llamativo en presencia de esa nota sobre los varales, añadida, al parecer, por un lector escrupuloso de Ex 25.

Al subrayar la relación del Arca con la alianza, y al asignarle el lugar más sagrado del templo, éste queda ligado a la historia de Israel, y no es simplemente un templo cósmico. Además el Horeb o Sinaí queda ligado espiritualmente al monte del templo.

8,10-13 La nube es un tema teológico de singular éxito en el pensamiento de Israel a través de los siglos. Representa la presencia velada del Señor, es decir, testimonio de presencia que impide ver una imagen. En el templo el incienso podía crear esa nube litúrgica.

La gloria del Señor tiene muchas veces el aspecto de esplendor, es luminosa como el sol; entonces es libre y demuestra su libertad. Cuando esa gloria entra en una morada para habitar, se encubre y se rehúsa. Es, en términos simbólicos, algo así como "la oscuridad de la fe".

8,13 * Según el griego, se podría añadir: Tomado del Libro de los Cantares.


8,14 Tal como está el texto, se diría que el discurso siguiente es la fórmula de bendición al pueblo. En Nm 6,24-26 tenemos una fórmula clásica de bendición. Aquí Salomón bendice, es decir, agradece al Señor el gran beneficio de haberle permitido construir el templo.


8,15-27 Como muestra la segunda introducción (22-23), la oración se divide en dos partes: acción de gracias (15-21) y petición (23-27); sin apurar la distinción. El tema dominante es la construcción del templo, como lo dicen las siete repeticiones de la expresión "construir el templo" (= la casa). Expresión que recuerda el juego de palabras de la promesa dinástica: construir la casa = templo, construir la casa = dinastía.

Se añade otro dato teológico importante: la promesa, a la que se refieren estos versos siete veces (vv. 15.20.20.24.24.25.26).

Dos de las fórmulas sobre el cumplimiento de las promesa son notables. Una, repetida en vv. 15 y 24, es muy rítmica, tiene sabor antiguo y es propia de este contexto: prometer con la boca - cumplir con la mano.

La segunda fórmula, repetida en vv. 24 y 25, emplea el verbo shmr y es más corriente. La última fórmula contiene el verbo de la fidelidad ´mn. Al final del capítulo el tema de la promesa se extenderá hacia atrás, hasta Moisés (vv. 53 y 56).

8,16 No se tiene en cuenta el modesto edificio de Siló; véase Jr 7,12 y Sal 78,60. La fórmula "donde reside mi nombre" es común en el Deuteronomio: por parte del hombre, indica que el templo está dedicado personalmente, nominatim, al Señor; por parte de Dios, indica su presencia en persona; más tarde la fórmula sirve para salvar la trascendencia de Dios respecto al templo. La antítesis está muy marcada y viene a decir: no escogí una ciudad, sino un hombre, no un templo, sino un hombre.

8,23 En rigor, todavía no es una expresión de monoteísmo, sino un enunciar la categoría incomparable del Señor; lo que le hace incomparable es su relación concreta con su pueblo, generosa, leal y exigente.

8,23 Dt 3,24; 4,7s.

8,27 Se subraya el sentido espiritual del templo. El templo imita en la tierra el cielo, al ser morada de Dios; como el cielo desborda el recinto del templo, así Dios desborda la inmensidad del cielo. El carácter cósmico del templo no debe estrechar al Señor, sino que debe revelar dialécticamente su inmensidad. Ese templo lo ha construido Salomón, un hombre; mientras que el cielo es construcción de Dios. El templo no debe ser un ídolo, "hechura de manos humanas", debe ser el espacio donde el hombre se abre a la trascendencia de Dios.

8,28-30 Estos tres versos sirven para introducir la amplia y articulada oración del rey.

8,29 Jr 32,19.

8,30 Neh 9,27s.

8,31-53 El cuerpo de la oración se articula en siete casos de súplica y concesión. El templo aparece específicamente como "casa de oración" y no tanto como lugar de sacrificio; lo cual podría deberse a una concepción tardía (véase Jr 7).

Común a los siete casos es la relación entre el templo y el cielo, entre rezar y escuchar. El templo es al principio el lugar donde se reza, después es un lugar hacia donde se reza, más tarde se hace punto de referencia que centra la ciudad (caso sexto) y la tierra (caso último).

8,31-32 Primer caso. Véanse Ex 22,7-12 y Nm 5,11ss. Ese juramento equivale a una apelación al tribunal de Dios, que conoce el corazón del hombre. El altar hace de tribunal.

8,33-34 Segundo caso. La derrota denuncia el pecado, sirviendo de castigo saludable. Recuérdese Sal 99,8.

8,33 Dt 28,25s.

8,34 Sal 99,8.

8,35-36 Tercer caso. También es desgracia común y antigua la sequía, y también puede servir para denunciar un pecado del pueblo (Jr 14).

8,37-40 El cuarto caso es más bien acumulación de casos posibles, con afán de incluir todos los no especificados; el texto insiste en la totalidad de casos, de súplicas, de personas. El remordimiento muestra que las calamidades se reciben como castigo del pecado, según el esquema clásico de la alianza, con sus bendiciones y maldiciones.

8,39 Jr 11,20.

8,41-43 Quinto caso. Interrumpe el esquema precedente, pues no habla de pecados cometidos o desgracias sufridas. El templo de Jerusalén adquiere fuerza expansiva y atractiva si el Señor escucha a los que recen en él.

8,42 Is 56,7.

8,44-45 Sexto caso. Aquí tampoco se habla de pecado. La batalla tiene analogía con un juicio, y el Señor se constituye en juez, castigando con la derrota al culpable.

8,46 Es una de las confesiones más claras del AT del pecado universal de los hombres. Lv 26,39-42.

8,46-53 Séptimo caso. Supera en extensión incluso al cuarto y está escrito con la perspectiva del destierro proyectada hacia el día de la dedicación del templo. En semejante contexto la súplica suena como un gigantesco acto de fe: el templo ha sido incendiado, la ciudad destruida, la tierra está perdida, y con todo, su memoria surge como punto de referencia estable; llamando a la conversión y ofreciendo perdón. Esa compasión que el Señor infunde en los vencedores y deportadores es el comienzo de la gran vuelta a la patria. Nunca ha sido tan grande el templo como cuando está destruido, nunca su trascendencia espiritual ha superado de modo semejante su realidad material.

8,47 En hebreo son parecidos los verbos desterrar shbh y volver shub eso le permite al autor una serie de asonancias. Son como dos partes de un movimiento que el Señor dirige y abarca desde su habitación yshb celeste. Pero el movimiento de volver a la patria comienza por una vuelta interior hacia el Señor (converto viene de verto). Para esta vuelta personal al Señor no es impedimento la tierra extranjera, todo lo contrario.

8,48 La nostalgia del templo se vuelve fuerza transformadora, no es alimento de la melancolía.

8,50 Moviendo los sentimientos humanos, el Señor mueve la historia: con el sufrimiento paciente de un pueblo inerme comienza a convertir al enemigo cruel, atrayéndolo hacia el humanismo de la compasión. Proceso salvador para ambos: para el siervo paciente y para el enemigo que le mira.

8,51 Dt 9,26.

8,52-53 La conclusión recoge la introducción del tema de los ojos abiertos y del escuchar (vv.28-29), formando inclusión; recoge y subraya el tema de la elección. Saberse pueblo elegido es especialmente difícil y eficaz durante el destierro.

8,55 2 Sm 6,18.

8,56-57 Esta nueva bendición al pueblo es en realidad una nueva acción de gracias.

8,58-61 La lealtad no es simplemente obra del pueblo, sino acción de Dios que inclina el corazón.

La oración de Salomón tiene valor fundacional, y su efecto ha de perpetuarse ante el Señor día a día.

8,61 Ez 36-27.

8,62-66 El capítulo termina con algunos datos sobre las ceremonias y la despedida. Los números son exagerados: veintidós es número alfabético (las letras del alfabeto hebreo); ciento veinte es múltiplo de las doce tribus. Siete días es la duración clásica de las grandes fiestas; no es auténtica la glosa del texto hebreo que añade otros siete, hasta hacer catorce. Para lectores críticos este capítulo ha sido testimonio de la tendencia israelítica a proyectar situaciones de la historia hacia el momento fundacional.


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