domingo, 12 de agosto de 2018

1 REYES. CAPÍTULO 17

CICLO DE ELÍAS

Elías: la sequía (Jr 14)

171Elías, el tesbita (de Tisbé de Galaad), dijo a Ajab:
-¡Vive el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo! En estos años no caerá rocío ni lluvia si yo no lo mando.
2Luego el Señor le dirigió la palabra:
3-Vete de aquí hacia el Oriente y escóndete junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. 4Bebe del torrente y yo mandará a los cuervos que te lleven allí la comida.
5Elías hizo lo que le mandó el Señor y fue a vivir junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. 6Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente. 7Pero al cabo del tiempo el torrente se secó, porque no había llovido en la región. 8Entonces el Señor dirigió la palabra a Elías:
9-Anda, vete a Sarepta de Fenicia a vivir allí; yo mandaré a una viuda que te dé la comida.
10Elías se puso en camino hacia Sarepta, y al llegar a la entrada del pueblo encontró allí a una viuda recogiendo leña. La llamó y le dijo:
-Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para beber.
11Mientras iba a buscarla, Elías le gritó:
-Por favor, tráeme en la mano un trozo de pan.
12Ella respondió:
-¡Vive el Señor, tu Dios! No tengo pan; sólo me queda un puñado de harina en el jarro y un poco de aceite en la aceitera. Ya ves, estaba recogiendo cuatro astillas: voy a hacer un pan para mí y para mi hijo, nos lo comeremos y luego moriremos.
13Elías le dijo:
-No temas. Anda a hacer lo que dices, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo para ti y tu hijo lo hará después. 14Porque así dice el Señor, Dios de Israel: <<El cántaro de harina no se vaciará, la aceitera de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra>>.
15Ella marchó a hacer lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo durante mucho tiempo. 16El cántaro de harina no se vació ni la aceitera se agotó, como lo había dicho el Señor por Elías.
17Más tarde cayó enfermo el hijo de la dueña de la casa; la enfermedad fue tan grave, que murió. 18Entonces la mujer dijo a Elías:
-¡No quiero nada contigo, profeta! ¿Has venido a mi casa a recordar mis culpas y matarme a mi hijo?
19Elías respondió:
-Dame a tu hijo.
Y tomándolo de su regazo, se lo llevó a la habitación de arriba, donde él dormía, y lo acostó en la cama. 20Después clamó al Señor:
-Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda en su casa la vas a castigar haciéndole morir al hijo?
21Luego se echó tres veces sobre el niño, clamando al Señor:
-¡Señor, Dios mío, que resucite este niño!
22El Señor escuchó la súplica de Elías, volvió la vida al niño y resucitó. 23Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación y se lo entregó a la madre, diciéndole:
-Aquí tienes a tu hijo vivo.
24La mujer dijo a Elías:
-¡Ahora reconozco que eres un profeta y que la palabra del Señor que tú pronuncias se cumple!

Explicación.

CICLO DE ELÍAS Y ELISEO

17 Elías aparece repentinamente. Se habla de él como si fuera personaje conocido. En esto se aparta conspicuamente de Moisés y de Samuel, cuyas biografías se remontan a la infancia prodigiosa. El primer capítulo es preparación y comienzo. Preparación para su misión, porque aprende rápidamente lo que es ser profeta solitario, sin comunidad de apoyo, dependiendo solamente del Señor que lo envía y conduce. El capítulo se llena con milagros realizados en los dominios que se arrogan los dioses extranjeros. La palabra de Elías vacía de trigo los campos y llena de harina el cántaro de la viuda: perseguido a muerte, devuelve la vida a un huérfano. La palabra del Señor, que Elías recibe en forma de orden y comunica en forma de anuncio, mueve y unifica este capítulo.

Desde el comienzo hay que notar el predominio del tema de la comida. Los cuervos traen de comer al profeta; él suministra alimento a la viuda; Abdías sustenta a los profetas del Señor, Jezaben a los de Baal (18,4.13.19); el rey busca sustento para el ganado (18,5), Elías se preocupa de que el rey coma (18,41) y lo mismo hará Jezabel (21,5-7) y será Dios quien procure alimento a Elías en el desierto (19,5).

17,1 Eclo 48,1s; Lv 26,18-20

17,9 Sarepta es una pequeña población en Fenicia, precisamente la región de donde ha venido Jezabel con su culto extranjero. El poder del Señor se extiende también a esa tierra, y el profeta lleva allá la presencia del Señor. Por medio de su profeta, el Señor trae el pan de que vive el hombre, vinculado al mandato que da vida (recuérdese Dt 8,3).

17,12 Jurar por el nombre del Señor era profesión de fe: el narrador presenta a la viuda como si creyera en el Dios de Israel. Hay que escuchar en el original la serie regular e inexorable de los verbos: "Iré y lo coceré, y lo comeremos y moriremos": la última comida de dos condenados a morir de hambre.

17,13-14 Elías exige un acto de caridad extraordinario unido a un acto de fe en su palabra.

17,18 La viuda ve en la muerte del hijo un castigo de sus propios pecados. El hombre de Dios ( = profeta) atrae la atención de Dios sobre los pecados de la viuda, su presencia es nefasta. La aliteración en la vocal larga i (en ocho palabras de once) hace expresiva la queja de la mujer.

17,22 Eclo 48,5.

17,24 Dt 18,18.

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