domingo, 12 de agosto de 2018

1 REYES. CAPÍTULO 11

Idolatría de Salomón

111Pero el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras, además de la hija del Faraón: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas, 2de las naciones de quienes había dicho el Señor a los de Israel: <<No os unáis con ellas ni ellas con vosotros, porque os desviarán el corazón tras sus dioses>>. Salomón se enamoró perdidamente de ellas; 3tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas. 4Y así, cuando llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor, como el corazón de David, su padre.
5Salomón siguió a Astarté, diosa de los fenicios; a Malcón, ídolo de los amonitas. 6Hizo lo que el Señor reprueba; no siguió plenamente al Señor, como su padre, David. 7Entonces construyó una ermita a Camón, ídolo de Moab, en el monte que se alza frente a Jerusalén, y a Malcón, ídolo de los amonitas. 8Hizo otro tanto para sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y sacrificaban en honor de sus dioses.
9El Señor se encolerizó contra Salomón, porque había desviado su corazón del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, 10y que precisamente le había prohibido seguir a dioses extranjeros; pero Salomón no cumplió esta orden. 11Entonces el Señor le dijo:
-Por haberte portado así conmigo, siendo infiel al pacto y a los mandatos que te di, te voy a arrancar el reino de las manos para dárselo a un siervo tuyo. 12No lo haré mientras vivas, en consideración a tu padre, David; se lo arrancaré de la mano a tu hijo. 13Y ni siquiera la arrancaré todo el reino; dejaré a tu hijo una tribu, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, mi ciudad elegida.

Rebeliones contra Salomón

14Así, suscitó el Señor a Salomón un adversario: Hadad, el idumeo, de la estirpe de Edom.
15Cuando David derrotó a Edom, al ir Joab, general en jefe, a enterrar a los muertos, mató a todos los varones de Edom. 16Joab y el ejército israelita estuvieron acantonados allí seis meses, hasta que exterminaron a todos los varones de Edom. 17Pero Hadad logró huir a Egipto con unos cuantos idumeos, funcionarios de su padre. Hadad era entonces un chiquillo. 18Partieron de Madián y llegaron a Farán. Se les agregaron algunos de Farán, entraron en Egipto y se presentaron al Faraón, rey de Egipto, que les dio casa, manutención y tierras. 19Hadad se ganó completamente el favor del Faraón, que lo casó con su cuñada, la hermanda de la reina Tafnes. 20Su mujer le dio un hijo, Guenubat, y lo crió en el palacio del Faraón, con los hijos del Faraón.
21Cuando Hadad se enteró en Egipto de que David había fallecido y que había muerto Joab, general en jefe, pidió al Faraón:
-Déjame ir a mi tierra.
22El Faraón le respondió:
-Pero, ¿qué te falta junto a mí, que pretendes irte ahora a tu tierra?
Hadad le dijo:
-Nada. Pero déjame ir*.
25b Hadad reinó en Edom y no dejó en paz a Israel.
23También suscitó el Señor como adversario de Salomón a Rezón, hijo de Elyadá, que se le había escapado a su amo Adadhézer, rey de Sobá; 24se le juntaron unos cuantos hombres y se hizo jefe de guerrillas; y mientras David destrozaba a los sirios, él se apoderó de Damasco, se estableció allí y llegó a ser rey de Damasco. 25a Fue adversario de Israel durante todo el reinado de Salomón.
26Jeroboán, hijo de Nabat, era efraimita, natural de Serdá; su madre, llamada Servá, era viuda. Siendo funcionario de Salomón se rebeló contra el rey. 27La ocasión de rebelarse contra el rey fue ésta: Salomón estaba construyendo el terraple´n para rellenar el foso de la Ciudad de David, su padre. 28Jeroboán era un hombre de valer, y Salomón, viendo que el chico trabajaba bien, lo nombró capataz de todos los cargadores de la casa de José.
29Un día salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado. 30Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboán:
31-Recoge diez trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: <<Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; 32lo restante será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel; 33porque me ha abandonado y ha adorado a Astarté, diosa de los fenicios; a Camós, dios de Moab,  a Malcón, dios de los amonitas, y no ha caminado por mis sendas practicando lo que yo apruebo, mis mandatos y preceptos, como su padre, David. 34No le quitaré todo el reino; en consideración a mi siervo David, a quien elegí, que guardó mis leyes y preceptos, lo mantendré de jefe mientras viva; 35pero a su hijo le quito el reino y te doy a ti diez tribus. 36A su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para que residiera allí mi Nombre. 37En cuanto a ti, voy a escogerte para que seas rey de Israel, según tus ambiciones. 38Si obedeces en todo lo que yo te ordene y caminas por mis sendas y practicas lo que yo apruebo, guardando mis mandatos y preceptos, como lo hizo mi siervo David, yo estaré contigo y te daré una dinastía duradera, como hice con David, y te daré Israel. 39Humillaré a los descendientes de David por esto, aunque no para siempre>>.
40Salomón intentó matar a Jeroboán, pero Jeroboán emprendió la fuga a Egipto, donde reinaba Sisac, y estuvo allí hasta que murió Salomón.
41Para más datos sobre Salomón, sus empresas y su sabiduría, véanse los Anales de Salomón.
42Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. 43Cuando murió lo enterraron en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboán le sucedió en el trono.

Explicación.

11 Después de tantas glorias de Salomón, el presente capítulo recuerda una serie de reveses políticos, que parecen desmentir su sabiduría y justicia en el gobierno. Se trata de tres rebeliones: Edom, al sur; Damasco, al norte; Jeroboán, dentro del reino. Son tres hechos que el autor registra e interpreta.

La primera interpretación consiste en agruparlos en un capítulo, pues cronológicamente no coinciden.

La rebelión de Edom se presenta como ocurrida poco después de la muerte de David, como venganza por la crueldad de Joab.

La rebelión de Damasco pudo suceder en la primera época de Salomón. Explicaría el afán del rey por apoyarse en el aliado fenicio. La derrota implica que Salomón no pudo cobrar más tributos de los mercaderes y caravanas arameas del Norte.

La tercera rebelión sucedió probablemente después de terminados los trabajos de construcción de la ciudad.

Un segundo recurso de interpretación es encabezar el capítulo con la noticia del pecado de Salomón. Lo cometió en la juventud, sus consecuencias se manifiestan en la vejez.

El tercer recurso de interpretación consiste en la explicación de motivos, que va introduciendo en puntos capitales.

11,1-13 El pecado capital es la idolatría, el germen y ocasión son los matrimonios con extranjeras. Precisamente para evitar ese peligro prohíbe el Deuteronomio esos matrimonios mixtos (Dt 7,3). Pero también se casó con extranjeras, y el autor no protestó por ello. Semejantes matrimonios eran en buena parte acciones políticas que contribuían a la paz del reino y al prestigio del soberano. El autor recoge el hecho de fuentes fidedignas, y añade su reprobación explícita.

Moab, Amón y Edom eran reinos vasallos, heredados de David; Egipto y Tiro eran reinos aliados; los hititas eran grupos de población dispersos entre otros reinos de la época. Siendo muchas de ellas esposas de primera categoría, probablemente de sangre real, no es extraño que trajeran su séquito y su religión; no parece que se les exigiera una conversión formal al yahvismo. Tendrían "libertad de culto" en Jerusalén, sus santuarios podrían ser visitados y utilizados por los mercaderes de diversos países que acudían a la ciudad; y no faltarían israelitas que se sumasen a esos cultos.

Al parecer, también Salomón cayó en el lazo por dar gusto a sus mujeres. Esa especie de sincretismo divide el corazón, impide seguir "plenamente" al Señor, quebranta el primer mandamiento de la ley.

El autor introduce una condena en forma de oráculo profético, según el esquema clásico, denuncia del pecado - anuncio del castigo; es dato específico la limitación de la pena. Con este recursos literario, el autor quiere dar una interpretación "profética" a los hechos.

11,1 Dt 17,17

11,2 Dt 7,14

11,11 1 Sm 15,28.

11,14-22 El exterminio de todos los varones suena como conclusión de la guerra santa; el alcance de la acción está exagerado.

En pequeño, la historia de Hadad se parece a la de los israelitas y a la de José: primero se refugia en Egipto, luego pide permiso para salir, tiene un hijo de familia real educado en la corte.

11,18 Ex 1-2.

11,22 * v. 25a después del v. 24.

11,23-25 Damasco, milagro de las aguas en medio del desierto, ocupa una posición privilegiada como centro comercial.

La menuda historia de Rezón tiene llamativos parecidos con la de Israel: el paso de algunas tribus nómadas a la vida sedentaria, el golpe de estado de un jefe de guerrillas (al estilo de David). ¿Por qué el narrador no quiere verlo?

11,24 Jue 9

11,26-40 La rebelión fracasada de Jeroboán es el episodio más grave de los tres, porque amenaza desde dentro la unidad y estabilidad del reino.

11,27 El terraplén cubría el foso que, a manera de bisectriz, arrancaba del ángulo formado por el Cedrón y el valle de Hinón, y que convertía en agudo espolón a la Ciudad de David. Al ensancharse la ciudad, ese foso resultaba un grave inconveniente.

11,28 Como tantas veces en la historia, la autoridad está aupando a su futuro enemigo; lo específico de la historia presente es que la ocasión es el ímpetu constructivo del rey. Es un síntoma de la debilidad que la magnificencia de Salomón incuba, y pudo ser un aviso saludable. Mandando a los proletarios de Efraín y Manasés, Jeroboán conoció su miseria (como en otro tiempo Moisés) y aprendió el arte de mandar. Pero, también como Moisés, todavía no había aprendido la paciencia.

11,29 El manto nuevo servirá para una función sacra, oracular; recuérdese el episodio de Saúl rasgando el manto de Samuel (1 Sm 15,27ss). Parece tratarse de un manto especial, símbolo del oficio profético (1 Sm 28,14, aparición de Samuel).

11,30 1 Sm 15,28s.

11,31-39 En este oráculo el narrador quiere darnos la clave interpretativa del próximo suceso trascendental. La elección y la promesa condicionada de una dinastía legítima por adelantado el nuevo reino que va a surgir. Un profeta de Siló, de la vieja y sagrada ciudad del norte, situada en territorio de Efraín, asiste a la concepción de ese nuevo reino. El profeta de Siló conjura recuerdos de tiempos heroicos y sencillos (Jos 18,1; Jue 21,19-24; 1 Sm 1-3).

Una vez que la dinastía de David ha emprendido un camino falso, el reino unido no puede subsistir, ya no lo quiere Dios; con todo,  el Señor mantiene su promesa a David. En este momento y bajo la palabra de Dios, la historia de Israel se bifurca. La primera intentona fracasada de Jeroboán inicia un período de gestación, y en su ausencia madurará la situación (también como en la ausencia de Moisés).

11,32 El hebreo dice "una tribu", el griego "dos", lo cual es más lógico.

11,36 Una lámpara: como una presencia que rinde homenaje e ilumina a los que entran.

11,37 En el paralelismo le falta un dato a Jeroboán: la ciudad elegida. Precisamente esta diferencia será la clave de la historia próxima.

11,38 Desde este momento el autor nos invita a contemplar paralelamente la casa de David y la casa de Jeroboán. 2 Sm 7.

11,40 Se trata probablemente del fundador de la dinastía 22.

11,42 Salomón es así el único rey que reinó desde el principio hasta el fin sobre todo Israel.

11,43 Eclo 47,22s.

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