Visión de Salomón (2 Cr 1,7-12; Sab 9)
31Salomón emparentó con el Faraón de Egipto, casándose con una hija suya. La llevó a la Ciudad de David mientras terminaban las obras del palacio, del templo y de la muralla en torno a Jerusalén.
2La gente seguía sacrificando en los altozanos, porque todavía no se había construido el templo en honor del Señor, 3y aunque Salomón amaba al Señor, procediendo según las normas de su padre, David, sacrificaba y quemaba incienso en los altozanos.
4El rey fue a Gabaón a ofrecer allí sacrificios, pues allí estaba la ermita principal. En aquel altar ofreció Salomón mil holocaustos. 5En Gabaón el Señor se apareció aquella noche en sueños a Salomón, y le dijo:
-Pídeme lo que quieras.
6Salomón respondió:
-Tú le hiciste una gran promesa a tu siervo, mi padre, David, porque procedió de acuerdo contigo, con lealtad, justicia y rectitud de corazón, y le has cumplido esa gran promesa dándole un hijo que se siente en su trono: es lo que sucede hoy. 7Pues bien, Señor, Dios mío, tú has hecho a tu siervo sucesor de mi padre, David; pero yo soy un muchacho que no sé valerme. 8Tu siervo está en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. 9Enséñame a escuchar para que sepa gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal; si no, ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?
10Al Señor le pareció bien que Salomón pidiera aquello, 11y le dijo:
-Por haber pedido esto, y no haber pedido una vida larga, ni haber pedido riquezas, ni haber pedido la vida de tus enemigos, sino inteligencia para acertar en el gobierno, 12te daré lo que has pedido; una mente sabia y prudente, como no la hubo antes de ti ni la habrá después de ti. 13Y te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama mayores que las de rey alguno. 14Y si caminas por mis sendas, guardando mis preceptos y mandatos, como hizo tu padre, David, te daré larga vida.
15Salomón despertó: había tenido un sueño, y en pie ante el arca de la alianza del Señor ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y dio un banquete a toda la corte.
El juicio de Salomón
16Por entonces acudieron al rey dos prostitutas; se presentaron ante él 17y una de ellas dijo:
-Majestad, esta mujer y yo vivíamos en la misma casa; yo di a luz estando ella en la casa. 18Y tres días después también esta mujer dio a luz. Estábamos juntas en casa, no había nadie de fuera con nosotras, sólo nosotras dos. 19Una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se recostó sobre él; 20se levantó de noche y, mientras tu servidora dormía, tomó a mi hijo de junto a mí y lo acostó junto a ella, y a su hijo muerto lo puso junto a mí. 21Yo me incorporé por la mañana para dar el pecho a mi niño, y resulta que estaba muerto; me fijé bien y vi que no era el niño que yo había dado a luz.
22Pero la otra mujer replicó:
-No. Mi hijo es el que está vivo, el tuyo es el muerto.
Y así discutían ante el rey.
23Entonces habló el rey:
-Esta dice: <<Mi hijo es éste, el que está vivo; el tuyo es el muerto>>. Y esta otra dice: <<No, tu hijo es el muerto, el mío es el que está vivo>>.
24Y ordenó:
-Dadme una espada.
25Le presentaron la espada, y dijo:
-Partid en dos al niño vivo; dadle una mitad a una y otra mitad a la otra.
26Entonces a la madre del niño vivo se le conmovieron las entrañas por su hijo y suplicó:
-¡Majestad, dadle a ella el niño vivo, no lo matéis!
Mientras que la otra decía:
-Ni para ti ni para mí. Que lo dividan.
27Entonces el rey sentenció:
-Dadle a ésa el niño vivo, no lo matéis. ¡Esa es su madre!
28Todo Israel se enteró de la sentencia que había pronunciado el rey, y respetaron al rey, viendo que poseía una sabiduría sobrehumana para administrar justicia.
Explicación.
3-5 Estos capítulos recogen material de carácter y valor muy diverso, y lo agrupan bajo el tema unificador de la sabiduría. Datos históricos y narraciones legendarias tejen una corona narrativa al rey magnífico, y las generaciones posteriores se suman a la alabanza reflejando sus preferencias y preocupaciones.
La sabiduría tiene una dimensión artesana: "saber es saber hacer". Salomón hace construir el templo. Para la generación de Josías, el centralizador del culto, ésta es la empresa más gloriosa de Salomón. Pero Salomón no ha extirpado los santuarios locales, y esto no se lo perdonan los reformistas del tiempo de Josías. El tema del templo atrae también el tema del comercio exterior y, aunque el autor no lo diga, el hecho de los influjos artísticos del extranjero.
Sabiduría es capacidad de juzgar con rectitud: juzgar es una de las tareas primarias del rey. Sabiduría es arte de gobernar. La sabiduría es también literaria, conocimiento y formulación de experiencias comprobadas y diferenciadas. Si los datos que el autor recoge tiene carácter y dimensión legendarias, no cabe duda de que se remontan a una tradición auténtica. Salomón debió de ser una especie de Alfonso X el Sabio, gran patrocinador de tareas literarias, que abrió las puertas a influjos internacionales, dando a su reino un aire cosmopolita.
La narración del reinado de Salomón es la más extensa en los dos libros de los Reyes.
3,1 Esta boda real está valorada positivamente, y por eso no pertenece a la serie del cap. 9; además, probablemente es anterior, perteneciendo a la primera época del reinado. En aquel tiempo el reino de Egipto estaba dividido prácticamente en dos estados: la dinastía oficial reinaba al norte, en Tanis, mientras en Tebas reinaba la dinastía sacerdotal de Herihor. El suegro de Salomón podría ser el rey Siamún penúltimo de la dinastía 21. Casarse con una de las hijas del faraón era una alianza valiosa.
3,2 Dt 16,2.7.11.15; 2 Re 23.
3,2-3 El autor quizá pretende excusar el sacrificio de Salom´no en uno de esos altozanos. Se trata de santuarios locales, con un árbol frondoso, un altar, una estela sagrada...; de ordinario heredados de los cananeos y dedicados a Baales. Los israelitas los dedican a Yahvé, no sin exponerse al sincretismo religioso. Josías pretende suprimirlos totalmente.
3,4-5 Hasta ahora la elección del nuevo rey no ha sido refrendada oficialmente por Dios. El profeta ha actuado con prudencia humana, el rey ha designado al sucesor. La presente perícopa ofrece la pieza que faltaba. El esquema se parece a algunos modelos egipcios: el rey se aleja de la corte para visitar un santuario famoso, allí ofrece un sacrificio, tiene en sueños una visión en que el dios le ordena algo o confirma sus planes, vuelve a la corte y comunica su visión a sus ministros.
3,6-9 La oración del rey está compuesta y desarrollada con cierta amplitud. En vez de pedir enseguida, retrasa la petición echando por delante una doble confesión, de donde resulta una estructura ternaria. Las dos confesiones tienen por tema David y Salomón, los dos comienzos subrayan el paralelismo, y sobre todo la iniciativa divina.
Por la fraseología, la oración recuerda el Deuteronomio y también algún salmo (p. ej., el 89). El libro de la Sabiduría, atribuido por ficción al rey Salomón (aunque escrito más de nueve siglos después), amplifica con gran riqueza esta oración (Sab 9).
Los títulos correlativos, "Señor Dios mío -tu siervo", expresan aquí la relación de soberano y vasallo.
3,7 Jr 1,6
3,8 Prov 14,28
3,9 Salomón pide para gobernar una mente dócil, o sea, el arte de saber escuchar; y el discernimiento concreto entre el bien y el mal, que es suprema sabiduría (recuérdese Gn 2-3); véanse también Is 7,15; 5,20; Miq 3,2; nótese en el libro de los Proverbios lo frecuentes que son las valoraciones; "es bueno", "más vale", "no es bueno".
3,11-14 La respuesta del Señor también está muy estilizada. La construcción general se reduce a un quiasmo: no pediste / pediste / te daré lo que pediste / y lo que no pediste. Hay una desproporción entre los dones y la petición. La sabiduría extraordinaria de Salomón es don de Dios.
3,24 Dt 17,20.
3,15 No está claro si el banquete es sagrado, es decir, participación en los sacrificios de comunión (la fórmula en Ex 24,11 y 32,6 es diversa).
3,16-28 El arte de gobernar se realizaba en gran parte en el arte de juzgar. Un ejemplo de ello es la presente narración, contada con cierto gusto popular, con viveza de detalles, sin temor a repeticiones. Se supone que las dos rameras no se van a esmerar en la veracidad, y la sagacidad del juez se revelará en descubrir quién de las dos dice la verdad. El juez auténtico conoce el corazón, que se encubre con falsas palabras y se descubre y traiciona ante los hechos (Prov 25,2).
En nuestras lenguas "juicio faraónico" ha venido a significar el dividir la razón engañando la justicia y el derecho. Nos hemos quedado en el símbolo de la espada que no corta, no en la sentencia que preserva íntegra la vida. Si tratamos de observar esa penetración de los sentimientos humanos, la revelación del amor ante la muerte y la vida, la justicia que salva al inocente, podremos reconocer que hay un reflejo de Dios en el sentido humano de la justicia.
3,28 Llamar a esto sabiduría sobrehumana nos resulta algo exagerado. El narrador quiere subrayar la impresión que produce en el pueblo, sobrecogido con un respeto casi religioso. Prov 25,2; Sab 8,10s.
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