El profeta Miqueas (2 Cr 18)
221Pasaron tres años sin que hubiera guerra entre Siria e Israel. 2Pero el tercer año, Josfat, rey de Judá, fue a visitar al rey de Israel, 3y éste dijo a sus ministros:
-Ya sabéis que Ramot de Galaad nos pertenece; pero nosotros nos estamos quietos, sin recuperarla de manos del rey sirio.
4Y preguntó a Josafat:
-¿Quieres venir conmigo a la guerra contra Ramot de Galaad?
Josafat le contestó:
-Tú y yo, tu ejército y el mío, tu caballería y la mía, somos uno.
5Luego añadió:
-Consulta antes el oráculo del Señor.
6El rey de Israel reunió a los profetas, unos cuatrocientos hombres, y les preguntó:
-¿Puedo atacar a Ramot de Galaad o lo dejo?
Respondieron:
-Vete. El Señor se la entrega al rey.
7Entonces Josafat preguntó:
-¿Nos queda por ahí algún profeta del Señor para consultarle?
8El rey de Israel le respondió:
-Queda todavía uno: Miqueas, hijo de Yimlá, por cuyo medio podemos consultar al Señor; pero yo lo aborrezco, porque no me profetiza venturas, sino desgracias.
Josafat dijo:
-¡No hable así el rey!
9El rey de Israel llamó a un funcionario, y le ordenó:
-Que venga en seguida Miqueas, hijo de Yimlá.
10El rey de Israel y Josafat de Judá estaban sentados en sus tronos, con sus vestiduras reales, enla plaza, junto a la puerta de Samaría, mientras todos los profetas gesticulaban ante ellos.
11Sedecías, hijo de Cananá, se hizo unos cuernos de hierro y decía:
-Así dice el Señor: Con éstos acornearás a los sirios hasta acabar con ellos.
12Y todos los profetas coreaban:
-¡Ataca a Ramot de Galaad! Triunfarás, el Señor te la entrega.
13Mientras tanto, el mensajero que había ido a llamar a Miqueas le dijo:
-Ten en cuenta que todos los profetas a una le están profetizando venturas al rey. A ver si tu oráculo es como el de cualquiera de ellos y anuncias venturas.
14Miqueas replicó:
-¡Vive Dios, diré lo que el Señor me manda!
15Cuando Miqueas se presentó al rey, éste le preguntó:
-Miqueas, ¿podemos atacar a Ramot de Galaad o lo dejamos?
Miqueas le respondió:
-Vete, triunfarás. El Señor se la entrega al rey.
16El rey le dijo:
-Pero, ¿cuántas veces tendré que tomarte juramento de que me dices únicamente la verdad en nombre del Señor?
17Entonces Miqueas dijo:
-Estoy viendo a Israel desparramado por los montes, como ovejas sin pastor. Y el Señor dice: <<No tienen amo. Vuelva cada cual a su casa, y en paz>>.
18El rey de Israel comentó con Josafat:
-¿No te lo dije? No me profetiza venturas, sino desgracias.
19Miqueas continuó:
-Por eso escucha la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono. Todo el ejército celeste estaba en pie junto a él, a derecha e izquierda, 20y el Señor preguntó: <<¿Quién podrá engañar a Ajab para que vaya y muera en Ramot de Galaad?>>. Unos proponían una cosa y otros otra. 21Hasta que se adelantó un espíritu y, puesto en pie ante el Señor, dijo: <<Yo lo engañaré>>. El Señor le preguntó: <<¿Cómo?>>. 22Respondió: <<Iré y me transformaré en oráculo falso en la boca de todos los profetas>>. El Señor le dijo: <Conseguirás engañarlo. 23¡Vete y hazlo!>>. Como ves, el Señor ha puesto oráculos falsos en la boca de todos esos profetas tuyos, porque el Señor ha decretado tu ruina.
24Entonces Sedecías, hijo de Cananá, se acercó a Miqueas y le dio un bofetón, diciéndole:
-¿Por dónde se me ha escapado el espíritu del Señor para hablarte a ti?
25Miqueas respondió:
-Lo verás tú mismo el día en que vayas escondiéndote de habitación en habitación.
26Entonces el rey de Israel ordenó:
-Apresa a Miqueas y llévalo al gobernador Amón y al príncipe Joás. 27Diles: <<Por orden del rey, meted a éste en la cárcel y tasadle la ración de pan y agua hasta que yo vuelva victorioso>>.
28Miqueas dijo:
-Si tú vuelves victorioso, el Señor no ha hablado por mi boca.
29EL rey de Israel y Josafat de Judá fueron contra Ramot de Galaad. 30El rey de Israel dijo a Josafat:
-Voy a disfrazarme antes de entrar en combate. Tú vete con tu ropa.
Se disfrazó y marchó al combate.
31El rey sirio había ordenado a los comandantes de los carros que no atacasen a chico ni grande, sino sólo al rey de Israel. 32Y cuando los comandantes de los carros vieron a Josafat, comentaron:
-¡Aquél es el rey de Israel!
33Y se lanzaron contra él. Pero Josafat gritó una orden, y entonces los comandantes vieron que aquél no era el rey de Israel, y lo dejaron. 34Un soldado disparó el arco al azar e hirió al rey de Israel, atravesándole la cota de malla. El rey dijo al auriga:
-Da la vuelta y sácame del campo de batalla, porque estoy herido.
35Pero aquel día arreció el combate, de manera que sostuvieron al rey den pie en su carro frente a los sirios, y murió al atardecer; la sangre goteaba en el interior del carro. 36A la puesta del sol corrió un grito por el campamento.
-¡Cada uno a su pueblo! ¡Cada uno a su tierra! ¡Ha muerto el rey!
37Llevaron al rey a Samaría, y allí lo enterraron. 38En la alberca de Samaría lavaron el carro; los perros lamieron su sangre, y las prostitutas se lavaron en ella, como había dicho el Señor.
39Para más datos sobre Ajab y sus empresas, el palacio de marfil y las ciudades que construyó, véanse los Anales del Reino de Israel. 40Ajab murió, y su hijo Ocozías le sucedió en el trono.
Josafat de JUdá (870-848) -2 Cr 17-19-.
41Josafat, hijo de Asá, subió al trono de Judá el año cuarto del reinado de Ajab de Israel. 42Cuando subió al trono tenía treinta y cinco años, y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Silkí. 43Siguió el camino de su padre, Asá, sin desviarse, haciendo lo que el Señor aprueba. 44Pero no desaparecieron las ermitas de los altozanos; la gente seguía ofreciendo allí sacrificios y quemando incienso. 45Josafat vivió en paz con el rey de Israel.
46Para más datos sobre Josafat, las victorias que obtuvo y las guerras que hizo, véanse los Anales del Reino de Judá. 47Desterró del país los restos de prostitución sagrada que había dejado su padre, Asá. 48El trono de Edom estaba entonces vacante. 49Josafat se construyó entonces una flota mercante para ir por oro a Ofir, pero no pudo zarpar, porque la flota naufrató en Esión Gueber*. 50Entonces Ocozías, hijo de Ajab, propuso a Josafat:
-Que vayan mis hombres con los tuyos en la expedición.
Pero Josafat no quiso.
51Josafat murió; lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David, su antecesor, y su hijo Jorán le sucedió en el trono.
Ocozías de Israel (853-852)
52Ocozías, hijo de Ajab, subió al trono de Israel, en Samaría, el año diecisiete de Josafat de Judá. Reinó sobre Israel dos años. 53Hizo lo que el Señor reprueba, imitando a su padre y a su madre, y a Jeroboán, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 54Dio culto a Baal; lo adoró, irritando al Señor, Dios de Israel, igual que había hecho su padre.
Explicación.
22 Volvemos a las batallas contra Siria.
22,1-5 Ramot de Galaad era probablemente una plaza fuerte de valor estratégico, y se encontraba en Transjordania.
22,6 La intervención del profeta Miqueas de Yimlá está introducida con gran aparato narrativo, en una serie de contrastes y retardando el oráculo. Sus palabras son tan extensas como las de cualquiera de los oráculos de Elías, y hasta casi más instructivas para nosotros; con todo, su nombre es una aparición efímera en la historia de la monarquía.
No se trata de un simple oráculo, sino de la confrontación del profeta verdadero con los profetas falsos: una historia que se repetirá en las figuras críticas de Jeremías y Ezequiel.
En la narración encontramos tres momentos de la profecía. El primero es colectivo, una corporación de profetas que atestiguan la presencia del Señor entre su pueblo, luchan por la fidelidad a ese Señor y pueden aconsejar al rey. En su respuesta no emplean la fórmula profética oracular "así dice el Señor", pero afirman la acción soberana de ese Señor. En resumen, no apelan a una revelación especial del Señor, sino a la tradición yahvista, que aplican al caso presente.
El segundo momento es individual: un profeta del grupo, que lleva un buen nombre yahvista, Sedecías (Justicia o Victoria del Señor). Este profeta ejecuta una acción simbólica y pronuncia un oráculo con la fórmula clásica de la profecía "así dice el Señor". Sedecías profetiza venturas al rey; si los demás profetas de la hermandad lo corean, es porque lo toman por su portavoz que ha recibido un mensaje del Señor y lo comunica.
El tercer momento es un individuo desligado del grupo, al servicio del oráculo, independiente del rey. Se ha ganado fama de profeta de desventuras. Comparado con el grupo, lleva el título específico "profeta del Señor"; comparado con Sedecías, se atreve a contradecir los deseos del rey, porque está totalmente al servicio de un soberano más alto.
Miqueas comienza por repetir casi a la letra el oráculo de Sedecías. Algo sonaba en su voz, quiza un tonillo de imitación irónica, que hizo sospechar al rey. Aparte el hecho de que no ha pronunciado la fórmula clásica de introducción "así dice el Señor".
Finalmente Miqueas pronuncia el oráculo. Puede tratarse de una auténtica visión profética, como en los oráculos de Amós y algunos de Jeremías.
Estos son los tres momentos de la presente profecía. En los oyentes de entonces pudo surgir la duda: ¿quién de los profetas tiene razón? Si todos son profetas, ¿es que algunos se arrogan el mensaje sin haberlo recibido? Y si han recibido un mensaje del Señor, ¿cómo se explica la contradicción? A esta pregunta responde la visión de Miqueas. Es un intento para explicar la complejidad del plan de Dios y de sus medios para realizarlo; es pieza capital en la historia de la profecía israelítica.
Dios está visto al estilo de un soberano, con su corte y sus ministros; a imagen de las religiones antiguas y de las cortes de Israel y Judá. En la corte hay personajes que operan con la verdad y personajes que operan con la astucia y el engaño. El plan de Dios completo es que Ajab marche a la guerra y muera en ella. Para que marche, el Señor despacha una profecía, "un espíritu" de entusiasmo y esperanza, que engaña al rey; su muerte la anuncia como un hecho futuro, ejecución de una sentencia pronunciada. Por Sedecías habla el espíritu engañoso, por Miqueas la palabra auténtica; entre los dos se desarrolla la dialéctica de la historia. Y el rey, al hacer caso a Sedecías, saca veraz a Miqueas ("saca veraces a sus profetas" Eclo 36,15).
Todo esto es un intento de explicación teológica, muy condicionada todavía por una particular representación de Dios. Intento que pretende salvar la soberanía de Dios en la historia, su acción por medio de profetas, la complejidad real de los sucesos y motivos humanos (se puede recordar el personaje "Satán" en el drama de Job). Una interpretación más refinada diría que el Señor, al enviar profetas, "permite" que surjan falsos profetas y falsas profecías y "permite" que el hombre se engañe a sí mismo escuchando lo que desea. Con estas salvedades y correcciones, podemos encontrar algo cierto y permanente en la visión: la ambigüedad del mundo de los espíritus, el engaño de nuestros deseos profundos, la asechanza de la adulación, la vigilancia constante necesaria para discernir los espíritus.
22,8 Ya escuchamos la actitud radical del rey: aborrece lo que le disgusta, no se abre a la verdad ni al oráculo divino. En esta actitud del rey ya está actuando un mal espíritu.
22,11 Los cuernos son símbolos de potencia (Nm 23,22).
22,14 Nm 22,18.
22,17 Es la paz de haber renunciado a la empresa, de aceptar el fracaso; en este momento, una paz más deseable que la posesión de Ramot.
22,19 Son los astros vistos como personajes de un ejercito celeste, al servicio inmediato del Señor; como divinidades astrales degradadas. Están en pie, como toca a ministros y siervos. El estilo de la pregunta recuerda también a Is 6.
22,22 El oráculo falso es lo que emplea la serpiente en el paraíso, y el Sal 36 habla de un oráculo del pecado.
22,24 Sedecías no acepta la idea de una pluralidad de espíritus y reclama el monopolio del espíritu profético.
22,25 Según la doctrina tradicional, el cumplimiento de la profecía acredita al profeta (Dt 18; Jr 28).
22,26 Jr 37,21.
22,30 Josafat entra en combate vestido con las insignias reales, pero Ajab se disfraza de soldado raso para no ser reconocido.
22,34 Sin ser herido en combate es meritorio, ser herido por un soldado cualquiera es ignominia para un rey (recuérdese el episodio de Gedeón, Jue 8,21, y el de Abimelec, Jue 9.54).
22,37 1 Re 21,19.
22,48 El hebreo añade una frase dudosa que se podría leer "reinaba un gobernador". La debilidad de Edom le permite a Josafat reanudar las empresas marinas que realizó Salomón.
22,49 * = Floresta del Gallo.